jueves, 6 de marzo de 2014

Entre el disparate y el verdadero arte

[Angeline Medina]


        La exposición Born to be a Legend del artista ginebrino Cameron Grey es una conglomeración de confusión hipnótica por medio de capas cromáticas, collages de imágenes kitsch y frenetismo de la digitalización. Tras las interrogantes que surgen durante el post-modernismo del arte, donde la expresión del artista parece haberse convertido en un monstruo que destruye todo método, proceso o articulación de la idea, la producción artística de Grey parece ser el desbocamiento de una avalancha que recoge todo y cuanto  se le tope en su camino, a manera de exaltar la expresión y personalidad del artista. 


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            Desde sus imágenes estratégicamente interactivas hasta sus instalaciones electrónicas, constando algunas de 24 pantallas plasma­­, la obra de Grey  es un reto a la concepción estética tradicional en cuanto al arte. La descontextualización del objeto ya existente, destruyendo el aura que lo rodea, traspasa las fronteras del arte alto y bajo, crea un ambiente donde nada es sagrado, todo y nada es arte.  


            Pero aunque a primera vista lo que veríamos sería solo un caos en capas de imágenes o fuertes empapes de pintura en neón chorreados arbitrariamente, si le concedemos unos momentos más de observación nos sorprendería tal vez identificarnos un poco con su arte, pues cada pieza se proyecta como un reflejo de nosotros como consumidores. Born to be a Legend es un reflejo de nuestro mundo, es una metamorfosis de todo aquello en lo que participamos, y consumimos, a una fealdad que exige apreciación, pues su misma fealdad es consecuencia de nosotros.




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